Proclamaré al mundo las hazañas de Gilgamesh... el hombre al que todas las cosas le eran conocidas... era sabio... conocía cosas secretas, nos trajo una historia de antes de la inundación. Partió en un largo viaje, estaba abatido, cansado de trabajar; al regresar descansó y grabó en una piedra todo el relato. Prólogo del Poéma Épico de Gilgamesh.
El poema de Gilgamesh corresponde a un mito sumerio elaborado en torno a la figura de un personaje, Gilgamesh de Uruk, convertido en leyenda, pero cuya historicidad es objeto de debate.
Su nombre aparece en la lista real sumeria, como rey de la ciudad de Uruk (ca. 2700), en un episodio de rivalidad entre Uruk y Kish, en el marco de los conflictos entre ciudades que caracterizan al período protodinástico.
El texto sumerio original se conoce por una serie de tablillas halladas en Nippur y otras ciudades de la Baja Mesopotamia. Con el tiempo, el ciclo épico en torno al personaje se complicó, añadiendo otros episodios que no estaban en el original. También entre los Asirios se copió y se completó el poema hasta época de Assurbanipal.
El resultado fue una historia en la que el personaje vive diferentes episodios, algunos de ellos muy tardíos: Gilgamesh y Agga de Kish, Gilgamesh y el País de la Vida, La muerte de Humbaba (guardián del Bosque de los Cedros), Enkidu y los infiernos.
El episodio del encuentro de Gilgamesh con el héroe del diluvio es un añadido posterior de un mito diferente en origen.
Resumen de la historia:
Gilgamesh era el señor de Uruk, en Mesopotamia. Al ser en parte humano y en parte divino eran tan arrogante que los dioses decidieron crear al guerrero Enkidu, que habría de igualarle en fuerza.
Enkidu y Gilgamesh lucharon vehementemente entre sí durante el primer encuentro, pero luego se hicieron íntimos amigos y marcharon juntos a matar a Humbaba, "el gran mal".
Cuando regresaba, la diosa Ishtar vio la belleza de Gilgamesh y le pidió que se casara con ella, pero él se negó. Entonces, furiosa, le pidión a su padre Anu que crease el Toro del cielo para que destruyese la tierra. Pero Enkidú y Gilgamesh le dieron muerte. En ese momento, los dioses deciden que uno de los héroes debe pagar y Enkidú cae enfermo y muere. Llorando, Gilgamesh emprende viaje para encontran a Utnapishtim, el antecesor de la humanidad y así preguntarle por qué todos han de morir. Viaja a los confienes de la tierra y el camino de regreso encuentra una planta capaz de devolverle la juventud a los ancianos. Un día, al detenerse a beber en un charco, una serpiente se come la planta, razón por la que las serpientes mudan de piel y se hacen jóvenes de nuevo, mientras que los hombres envejecen y mueren.
Tablilla I
Aquel que vio todo [hasta los confine]s de la tierra, [Que todas las cosa]s experimentó, [conside]ró todo. [...] juntamente [...], [...] de sabiduría, que todas las cosas.[..]. ( Lo [o]culto vio, [desveló] lo velado. Informó antes del Diluvio, Llevó a cabo un largo viaje, cansado y [derren]gado. Todo su afán grabó en una estela de piedra. De la terraplenada Uruk el muro construyó, Del reverenciado Eannal, el santuario puro.
¡Contempla su muralla exterior, cuya cornisa es como el cobre! ¡Mira la muralla interior, que nada iguala! ¡Advierte su umbral, que de antiguo viene!
Acércate a Eanna, la morada de Istar, Que ni un rey futuro, ni un hombre, puede igualar. Levántate y anda por los muros de Uruk, Inspecciona la terraza de la base, examina sus ladrillos:
¿No es obra de ladrillo quemado? ¿No echaron sus cimientos los Siete [Sabios]?
Tablilla II
Gilgamesh era el señor de Uruk, en Mesopotamia. Al ser en parte humano y en parte divino eran tan arrogante que los dioses decidieron crear al guerrero Enkidu, que habría de igualarle en fuerza.
Enkidu y Gilgamesh lucharon vehementemente entre sí durante el primer encuentro, pero luego se hicieron íntimos amigos y marcharon juntos a matar a Humbaba, "el gran mal".
Cuando regresaba, la diosa Ishtar vio la belleza de Gilgamesh y le pidió que se casara con ella, pero él se negó. Entonces, furiosa, le pidión a su padre Anu que crease el Toro del cielo para que destruyese la tierra. Pero Enkidú y Gilgamesh le dieron muerte. En ese momento, los dioses deciden que uno de los héroes debe pagar y Enkidú cae enfermo y muere. Llorando, Gilgamesh emprende viaje para encontran a Utnapishtim, el antecesor de la humanidad y así preguntarle por qué todos han de morir. Viaja a los confienes de la tierra y el camino de regreso encuentra una planta capaz de devolverle la juventud a los ancianos. Un día, al detenerse a beber en un charco, una serpiente se come la planta, razón por la que las serpientes mudan de piel y se hacen jóvenes de nuevo, mientras que los hombres envejecen y mueren.
Tablilla I
Aquel que vio todo [hasta los confine]s de la tierra, [Que todas las cosa]s experimentó, [conside]ró todo. [...] juntamente [...], [...] de sabiduría, que todas las cosas.[..]. ( Lo [o]culto vio, [desveló] lo velado. Informó antes del Diluvio, Llevó a cabo un largo viaje, cansado y [derren]gado. Todo su afán grabó en una estela de piedra. De la terraplenada Uruk el muro construyó, Del reverenciado Eannal, el santuario puro.
¡Contempla su muralla exterior, cuya cornisa es como el cobre! ¡Mira la muralla interior, que nada iguala! ¡Advierte su umbral, que de antiguo viene!
Acércate a Eanna, la morada de Istar, Que ni un rey futuro, ni un hombre, puede igualar. Levántate y anda por los muros de Uruk, Inspecciona la terraza de la base, examina sus ladrillos:
¿No es obra de ladrillo quemado? ¿No echaron sus cimientos los Siete [Sabios]?
Tablilla II
Dos tercios de él son dios, [un tercio de él es humano]. La forma de su cuerpo[...] (líneas mutiladas o ausentes) [...] como un buey salvaje altivo [...]; El empuje de sus armas no tiene par. Mediante el tambor se reúnen [sus] compañeros. Los nobles de Uruk están som[bríos] en [sus cáma]ras:
"Gilgamesh no deja el hijo a [su] padre; [Día] y [noche] es desenfrenada su arro[gancia]. [¿Es éste Gilga]mes, [el pastor de la amurallada] Uruk? ¿Es éste [nuestro] pastor, [osado, majestuoso, sabio]?
[Gilgamesh] no deja [la doncella a su madre], ¡La hija de guerrero, [la esposa del noble]! Los [dioses escucharon] sus quejas. Los dioses del cielo del señor de Uruk [ellos... ]:
"¿No parió [Aruru] este fuerte buey salvaje? [El empuje de sus armas] en verdad no tiene par. Mediante el tambor se reúnen sus [compañeros]. Gilgamesh no deja el hijo a su padre; Día y noche [es desenfrenada su arrogancia].
¿Es éste el pastor de [la amurallada] Uruk? ¿Es éste su [...] pastor, Osado, majestuoso (y) sabio?...
Gilgamesh no deja la doncella a [su madre], ¡La hija del guerrero, la esposa del noble!"
Cuando [Anu] hubo escuchado sus quejas, A la gran Aruru llamaron: "Tú, Aruru, creaste [el hombre]; Crea ahora su doble; Con su corazón tempestuoso haz que compita. ¡Luchen entre sí, para que Uruk conozca la paz!"
Cuando Aruru oyó esto, Un doble de Anu en su interior concibió. Aruru se lavó las manos, Cogió arcilla y la arrojó a la estepa. [En la este]pa creó al valiente Enkidu, Vástago de..., esencia de Ninurta. [Hirsu]to de pelo es todo su cuerpo, Posee cabello de cabeza como una mujer. Los rizos de su pelo brotan como Nisabal.
No conoce gentes ni tierra: Vestido va como Sumuqan. Con las gacelas pasta en las hierbas, Con las bestias salvajes se apretuja en las aguadas, Con las criaturas pululantes su corazón se deleita en el agua.
(Ahora bien) un cazador, un trampero, Se le encaró en el abrevadero [Un] día, un segundo y un tercero Se le encaró en el abrevadero Cuando el cazador le vio, su faz se inmovilizó.
El y sus animales entraron en su casa, [Transido de] miedo, quieto, sin un sonido, (Mientras) su corazón [se turbaba], nublado su rostro. Pues el pesar había [penetrado] en su vientre; Su cara era como la [de un viejero] llegado de lejos.
Tablilla III
El cazador abrió [su boca] para hablar, Diciendo a [su padre]:
"Padre mío, hay [un] hombre que [ha venido de las colinas], Es el más poder[oso de la tierra]; vigor tiene. [¡Como la esencia] de Anu, tan tremendo es su vigor! [Siempre] recorre las colinas, [Siempre] con las bestias [se nutre de hierba]. [Siempre planta] los pies en la aguada. [¡Tan espantado estoy, que] no oso acercarme a él! [Cegó] las hoyas que yo había excavado, [Destrozó] mis trampas que yo había [puesto], Las bestias y las criaturas del llano [Hizo escapar de mis manos]. [¡No permite que] me dedique a la caza!"
[Su padre abrió la boca para hablar], Diciendo al cazador:
"[Hijo mío], en Uruk [vive] Gilgamesh. [Nadie hay más fuerte] que él. [¡Como la esencia de Anu, tan tre]mendo es su vigor! [Ve, pues; hacia Uruk dirige] tu faz, [Refiérele] el poder del hombre. [Haz que te entregue una ramera]. Lléva(la) [contigo]; (20) [Prevalecerá sobre él] a causa de [un mayor] poder. [Cuando abreve los animales en] la aguada, [Se quitará] el ves[tido, mostrando desnuda] su madurez. [En cuanto vea] a ella, a ella se acercará. ¡Le rechazarán las bestias [que crecieron] en su estepa!"
[Oyendo] el consejo de su padre, El cazador avanzó [hacia Gilgamesh]. Emprendió el camino, en Uruk puso [el pie]:
"[... ] Gilga[mes... ], Hay un hombre [que ha venido de las colinas], (30) El más poder[oso de la tierra; vigor tiene]. Como la esencia de Anu, tan tremendo es [su vigor]. [Siempre] recorre las colinas, Siempre con las bestias [se nutre de hierba]. Siempre [planta] los pies en la aguada. ¡Tan espantado estoy que no oso acercarme a [él]! Cegó las hoyas que [yo] había excavado, Destrozó mis trampas [que yo había puesto], Las bestias y las criaturas [del llano] Hizo escapar de mis manos. ¡No permite que me dedique a la caza!"
Gilgamesh le dijo, [a]l cazador:
"Ve, cazador mío; lleva contigo una ramera. Cuando abreve los animales en la aguada, Se quitará el vestido, mostrando desnuda su madurez. En cuanto la vea, a ella se acercará. ¡Le rechazarán las bestias que crecieron en su estepa!"
Fuese el cazador, llevando con él una ramera. Emprendieron el camino, yendo rectos en su dirección. Al tercer día al sitio indicado llegaron. El cazador y la ramera se sentaron en sus lugares.
Un día, un segundo día, estuvieron sentados, junto a la aguada. Las bestias salvajes llegaron a la aguada a beber.
Tablilla IV
Las criaturas pululantes llegaron, deleitándose su corazón en el agua. En cuanto a él, Enkidu, nacido en las colinas - Con las gacelas pasta en las hierbas, Con las bestias salvajes se abreva en la aguada, Con las criaturas pululantes su corazón se deleita en el agua -
La moza le contempló, al salvaje, Al hombre bárbaro de las profundidades del llano:
"¡Ahí está, oh moza! ¡Desciñe tus pechos, Desnuda tu seno para que posea tu sazón! ¡No seas esquiva! ¡Acoge su ardor! En cuanto te vea, se acercará a ti. Desecha tu vestido para que yazga sobre ti. ¡Muestra al salvaje la labor de una mujer! Le rechazarán las bestias salvajes que crecen en su estepa, Cuando su amor entre en ti".
La moza libertó sus pechos, desnudó su seno, Y él poseyó su madurez. No se mostró esquiva al recibir su ardor. Desechó su vestido y él descansó en ella. Mostró al salvaje el trato de una mujer, Cuando su amor entró en ella. Durante seis días y siete noches Enkidu se presenta, Cohabitando con la moza. Después que (se) hubo saciado de sus encantos, Volvió el rostro hacia sus bestias salvajes. Al verle, Enkidu, las gacelas huyeron, Las bestias salvajes del llano se alejaron de su cuerpo. Sorprendióse Enkidu, su cuerpo estaba rígido, Sus rodillas inmóviles - pues sus bestias salvajes habían huido.
Enkidu hubo de aflojar el paso - no era como antaño Pero entonces tiene [sa]biduría, más [am]plia comprension. Volvióse, sentándose a los pies de la ramera. Mira a la cara de la ramera, Atento el oído, cuando la ramera habla; [La ramera] le dice, a Enkidu:
"¡Tú eres [sabio], Enkidu, eres como un dios! ¿Por qué con las criaturas silvestres vagas por el llano? ¡Ea!, deja que te lleve [a] la amurallada Uruk, Al santo templo, morada de Anu e Istar, Donde vive Gilgamesh, perfecto en fuerza, Y como un buey salvaje señorea sobre el pueblo".
Mientras le habla, sus palabras encuentra favor, Su corazón se ilumina, ansía un amigo. Enkidu le dice, a la ramera:
"¡Arriba, moza! Escóltame Al puro templo sagrado, morada de Anu e Istar, Donde vive Gilgamesh, perfecto en fuerza, Y como un buey salvaje señorea sobre el pueblo. Le retaré [y osada]mente me dirigiré a él,
Tablilla V
Gritaré en Uruk: "¡Yo soy el poderoso! [Yo soy aquel] que puede alterar los destinos, [(Aquel) que] nació en el llano es poderoso; vigor tiene"".
"[Levanta, pues, y vamos, para que vea] tu rostro. [Te mostraré Gilgamesh; donde] está bien sé. Vamos, pues, oh Enkidu, a la amurallada [Uruk], Donde la gente res[plande]ce en festiva indumentaria, (Donde) cada día es fiesta, Donde [...] mozos.... Y mo[z]as [...] de figura. Su sazón [...] henchida de perfume. ¡Apartan a los grandes de sus lechos! A ti, oh Enkidu, que disfrutas de la vida, Mostraré a Gilgamesh, el hombre jocundo.
Mírale, contempla su faz; Radiante está de virilidad, fuerza tiene. Todo su cuerpo es suntuoso de madurez, Vigor más poderoso que tú tiene, Sin descansar jamás de día o de noche. ¡Oh Enkidu, renuncia a tu presunción! Gilgamesh - a él estima Samas; Anu, Enlil y Ea dilataron su sabiduría. Antes de que bajes de las colinas, Gilgamesh te verá en (sus) sueños en Uruk:..."
Sexta tablilla. Resumen
Tras la muerte de Khumbaba, Gilgamesh repasa sus armas y se viste con sus mejores atavíos reales. La diosa Ishtar queda atraída por la belleza y la prestancia del rey de Uruk, enamorándose y deseándolo como amante. La diosa le enumera las ven-tajas que obtendría Gilgamesh de su unión con ella. Pero el héroe la desdeña y le recuerda el crudo destino que había deparado a sus muchos amantes anteriores.
Encolerizada, la diosa Ishtar alcanza de su padre Anu la creación del Toro Celeste para que dé muerte al rey de Uruk por su negativa. Centenares de hombres son de-rrotados por la terrible fiera.
Sólo Enkidu, asiéndole por los cuernos, logrará dominarlo y darle muerte.Ishtar desde la muralla de la ciudad lamenta el fin del Toro Celeste y maldice a Gilgamesh. Enkidu, en terrible osadía, lanza una porción de carne del toro abatido al rostro de la diosa, al tiempo que la insulta.
Enkidu y Gilgamesh matando al toro celeste en presencia de Ishtar
Ishtar, junto a las hieródulas del templo, se pone a llorar desconsoladamente. Con los cuernos de la bestia, Gilgamesh ordena fabricar vasos oferentes para su dios tutelar, Lugalbanda. Después ambos amigos se retiran a descansar a palacio. ro Enkidu aquella noche tiene un sueño.
Encolerizada, la diosa Ishtar alcanza de su padre Anu la creación del Toro Celeste para que dé muerte al rey de Uruk por su negativa. Centenares de hombres son de-rrotados por la terrible fiera.
Sólo Enkidu, asiéndole por los cuernos, logrará dominarlo y darle muerte.Ishtar desde la muralla de la ciudad lamenta el fin del Toro Celeste y maldice a Gilgamesh. Enkidu, en terrible osadía, lanza una porción de carne del toro abatido al rostro de la diosa, al tiempo que la insulta.
Enkidu y Gilgamesh matando al toro celeste en presencia de Ishtar
Ishtar, junto a las hieródulas del templo, se pone a llorar desconsoladamente. Con los cuernos de la bestia, Gilgamesh ordena fabricar vasos oferentes para su dios tutelar, Lugalbanda. Después ambos amigos se retiran a descansar a palacio. ro Enkidu aquella noche tiene un sueño.
Séptima tablilla. Resumen
Enkidu cuenta a Gilgamesh que, en sueños, los dioses habían decretado la muerte de los dos héroes, pero que el dios Enlil sólo había exigido la muerte suya, pues Gilgamesh era en parte también un ser divino.
El terrible castigo estaba motivado por haber matado a Khumbaba y al Toro Celeste, aparte de las ofensas que personalmente le había hecho a Ishtar. No se podía permitir el desprecio a los poderes celestiales y, por tanto, Enkidu debía desaparecer. El héroe enferma y en su delirio comienza a maldecir a la puerta que había colocado en Nippur, a la cual llega a destrozar. A continuación se lamenta de que la causa de su mal hubiese sido su encuentro con un cazador y con una hieródula que lo había seducido y traído a Uruk. No obstante, el dios Shamash, que ha oído las quejas de Enkidu, le reprocha las mismas, indicándole que sólo había recibido beneficios de aquella mujer, gracias a la cual pudo conocer el amor y la amistad de Gilgamesh.
Ante las palabras del dios, Enkidu cambia de actitud y sustituye las maldiciones vertidas contra la hieródula por bendiciones. La tablilla finaliza con una descripción de los Infiernos, la morada de lrkalla, casa de la que nadie sale una vez ha entrado en ella, y a la que es conducido -en sueños- por un extraño ser, cuyas uñas son garras de águila y sus manos zarpas de león.
El terrible castigo estaba motivado por haber matado a Khumbaba y al Toro Celeste, aparte de las ofensas que personalmente le había hecho a Ishtar. No se podía permitir el desprecio a los poderes celestiales y, por tanto, Enkidu debía desaparecer. El héroe enferma y en su delirio comienza a maldecir a la puerta que había colocado en Nippur, a la cual llega a destrozar. A continuación se lamenta de que la causa de su mal hubiese sido su encuentro con un cazador y con una hieródula que lo había seducido y traído a Uruk. No obstante, el dios Shamash, que ha oído las quejas de Enkidu, le reprocha las mismas, indicándole que sólo había recibido beneficios de aquella mujer, gracias a la cual pudo conocer el amor y la amistad de Gilgamesh.
Ante las palabras del dios, Enkidu cambia de actitud y sustituye las maldiciones vertidas contra la hieródula por bendiciones. La tablilla finaliza con una descripción de los Infiernos, la morada de lrkalla, casa de la que nadie sale una vez ha entrado en ella, y a la que es conducido -en sueños- por un extraño ser, cuyas uñas son garras de águila y sus manos zarpas de león.
Octava tablilla. Resumen
Desde muy temprano, Gilgamesh llora la muerte de su amigo Enkidu, entonando un poético lamento funerario. A los ancianos de Uruk les manifiesta, en medio de su dolor, qué había significado Enkidu en su vida, al tiempo que recuerda las hazañas que habían realizado juntos: el paso de las montañas, la marcha hacia el País de los Cedros, la muerte de Khumbaba, la captura y muerte del Toro Celeste. Promete ante los ancianos de Uruk glorificar a su amigo para lo cual va a ordenar la fabricación de una extraordinaria estatua funeraria en honor de Enkidu. La tablilla, muy mutilada, termina con una libación ofrecida por Gilgamesh al dios Shamash.
Novena tablilla. Resumen
Ante el cadáver de Enkidu, Gilgamesh continúa lamentándose del terrible destino que a él también le aguarda. Lleno de temor, intenta averiguar cómo podía conseguirse la inmortalidad, la vida eterna de la que disfrutaban los dioses.
Recuerda que uno de sus antepasados, de nombre Utnapishtim, había logrado ese preciado don, tras haber escapado al Diluvio universal, decretado por los dioses, de cuya esencia él también estaba constituido. Deseoso de saber de él, decide ir a su encuentro, iniciando un penoso viaje al lejano país en el que Utnapishtim habitaba.
Así, se encamina primero a los montes Mashu, de pasaje obligatorio para llegar a la morada de la Eternidad. Allí encuentra a los hombres-escorpión que guardaban celosamente el camino del Sol. Advierten estos seres a Gilgamesh la dificultad del camino que conducía a Utnapishtim, y que ningún mortal había atravesado jamás. El rey de Uruk decide continuar y luego de andar por un extraño camino en doce penosas jornadas de total oscuridad, llega ante un maravilloso paraíso terrestre, repleto de árboles con la más variada y rica pedrería a modo de frutos.
Décima tablilla. Resumen
Recuerda que uno de sus antepasados, de nombre Utnapishtim, había logrado ese preciado don, tras haber escapado al Diluvio universal, decretado por los dioses, de cuya esencia él también estaba constituido. Deseoso de saber de él, decide ir a su encuentro, iniciando un penoso viaje al lejano país en el que Utnapishtim habitaba.
Así, se encamina primero a los montes Mashu, de pasaje obligatorio para llegar a la morada de la Eternidad. Allí encuentra a los hombres-escorpión que guardaban celosamente el camino del Sol. Advierten estos seres a Gilgamesh la dificultad del camino que conducía a Utnapishtim, y que ningún mortal había atravesado jamás. El rey de Uruk decide continuar y luego de andar por un extraño camino en doce penosas jornadas de total oscuridad, llega ante un maravilloso paraíso terrestre, repleto de árboles con la más variada y rica pedrería a modo de frutos.
Décima tablilla. Resumen
Gilgamesh encuentra a Shamash y tras glorificarle llega a la mansión de Siduri, la tabernera, que habita cerca del Océano, la cual se interesa por el motivo de su viaje. Gilgamesh le relata la pérdida de su amigo, lamentando su muerte, y le pide detalles para poder continuar su camino. Siduri le aconseja que aproveche los días de vida terrena y apure los placeres que ésta le ofrece, dejando a un lado las lamentaciones. Gilgamesh insiste en averiguar cómo podrá llegar a la casa de su antepasado Utnapishtim, héroe del Diluvio universal y único hombre que había alcanzado la inmortalidad.
Siduri le muestra las dificultades que le aguardaban para atravesar las «Aguas de la Muerte» y le aconseja solicite a Urshanabi, el barquero de Utnapishtim, pasar por el indicado mar. Tras una discusión agria con dicho barquero, a quien llega incluso a romperle sus transportadores -«los de piedra»-, éste le conduce ante su antepasado. Al cabo de la travesía, cuya duración usual era de mes y medio, pero que Urshanabi realiza en tres días, Gilgamesh llega ante el héroe del Diluvio, quien le indica que la inmortalidad no es patrimonio de los humanos y que la muerte está ya decidida de antemano por los dioses.
Siduri le muestra las dificultades que le aguardaban para atravesar las «Aguas de la Muerte» y le aconseja solicite a Urshanabi, el barquero de Utnapishtim, pasar por el indicado mar. Tras una discusión agria con dicho barquero, a quien llega incluso a romperle sus transportadores -«los de piedra»-, éste le conduce ante su antepasado. Al cabo de la travesía, cuya duración usual era de mes y medio, pero que Urshanabi realiza en tres días, Gilgamesh llega ante el héroe del Diluvio, quien le indica que la inmortalidad no es patrimonio de los humanos y que la muerte está ya decidida de antemano por los dioses.
Undécima tablilla. Resumen
Gilgamesh manifiesta a Utnapishtim que en nada lo veía diferente a él, excepto en el preciadísimo don de la inmortalidad y le pregunta cómo lo había conseguido. Utnapishtim le confia el secreto. Él, gracias al dios Ea, había sido el único que pudo escapar del Diluvio universal.
La tablilla se ocupa en narrar este terrible suceso por boca de Utnapishtim. Para demostrar la imposibilidad de adquirir la Vida eterna, el héroe del Diluvio somete a Gilgamesh a la prueba de no dormir durante seis días y siete noches, prueba que es incapaz de superar.
Al quejarse Gilgamesh de que no le había dejado prácticamente dormir, Utnapishtim le descubre la evidencia de su incapacidad (panes elaborados diariamente por la propia esposa de Utnapishtim y que se habían ido descomponiendo a medida que pasaban los días).
Luego, el rey de Uruk se dispone a retornar a Uruk sin éxito alguno, pero a instancias de la esposa de Utnapishtim logra obtener de éste la información de que en el fondo del mar existía una planta milagrosa que proporcionaba la eterna juventud. Gilgamesh, sumergiéndose en las aguas, logra encontrarla. Alegre por este hallazgo, se dispone a regresar. Un día, durante un descanso y mientras se estaba bañando en una fuente, una serpiente se apoderó de la planta desapareciendo rápidamente. Gilgamesh, después de lamentar su desgracia, habla con el barquero de Utnapishtim de la inutilidad de su viaje y ordena que le devuelva nuevamente a Uruk, en donde le hace examinar la extraordinaria muralla de la ciudad.
La tablilla se ocupa en narrar este terrible suceso por boca de Utnapishtim. Para demostrar la imposibilidad de adquirir la Vida eterna, el héroe del Diluvio somete a Gilgamesh a la prueba de no dormir durante seis días y siete noches, prueba que es incapaz de superar.
Al quejarse Gilgamesh de que no le había dejado prácticamente dormir, Utnapishtim le descubre la evidencia de su incapacidad (panes elaborados diariamente por la propia esposa de Utnapishtim y que se habían ido descomponiendo a medida que pasaban los días).
Luego, el rey de Uruk se dispone a retornar a Uruk sin éxito alguno, pero a instancias de la esposa de Utnapishtim logra obtener de éste la información de que en el fondo del mar existía una planta milagrosa que proporcionaba la eterna juventud. Gilgamesh, sumergiéndose en las aguas, logra encontrarla. Alegre por este hallazgo, se dispone a regresar. Un día, durante un descanso y mientras se estaba bañando en una fuente, una serpiente se apoderó de la planta desapareciendo rápidamente. Gilgamesh, después de lamentar su desgracia, habla con el barquero de Utnapishtim de la inutilidad de su viaje y ordena que le devuelva nuevamente a Uruk, en donde le hace examinar la extraordinaria muralla de la ciudad.
Duodécima tablilla. Resumen
Una versión acadia, que copiaba un episodio sumerio, y que fue añadida al Poema, nos informa de que Gilgamesh había derribado un árbol que, plantado por la diosa Inanna (Ishtar), servía de morada a una serpiente, un pájaro (Anzu) y un búho (Lilith) y cuya madera entrega a la diosa para que se construyera un trono y un lecho. Con las raíces y las ramas sobrantes el propio Gilgamesh se fabricó dos instrumentos extraños (un pukku y un mikku) con los que también oprimía a la juventud de Uruk.
Sin conocerse muy bien las causas, tales instrumentos cayeron en los Infiernos. Gilgamesh se desesperó ante aquel acontecimiento, pero Enkidu (¡recordemos que en las tablillas anteriores había muerto!) se ofrece para ir a buscárselos.
Gilgamesh cuenta a su amigo lo que era preciso realizar para no indisponer a los espíritus del Más Allá, consejos que al no cumplirlos acarrearon a Enkidu un gravísimo problema: el no poder retornar al mundo de los vivos.
Gilgamesh va de dios en dios implorando ayuda, hasta que Nergal, el dios de los Infiernos, permite al espíritu de Enkidu salir por un agujero abierto en la tierra durante unos breves instantes para conversar con su amigo. Ambos héroes pueden así hablar. Gilgamesh le pregunta la condición de los muertos en el mundo subterráneo, Enkidu le hace una triste descripción
Sin conocerse muy bien las causas, tales instrumentos cayeron en los Infiernos. Gilgamesh se desesperó ante aquel acontecimiento, pero Enkidu (¡recordemos que en las tablillas anteriores había muerto!) se ofrece para ir a buscárselos.
Gilgamesh cuenta a su amigo lo que era preciso realizar para no indisponer a los espíritus del Más Allá, consejos que al no cumplirlos acarrearon a Enkidu un gravísimo problema: el no poder retornar al mundo de los vivos.
Gilgamesh va de dios en dios implorando ayuda, hasta que Nergal, el dios de los Infiernos, permite al espíritu de Enkidu salir por un agujero abierto en la tierra durante unos breves instantes para conversar con su amigo. Ambos héroes pueden así hablar. Gilgamesh le pregunta la condición de los muertos en el mundo subterráneo, Enkidu le hace una triste descripción
El misterio de la muerte
Ishtar, furiosa...le exige a su padre Anu, que cree el Toro del Cielo para que destruyese la tierra. Pero Gilgamesh y su amigo Enkidu le dieron muerte. Entonces, los dioses deciden que uno de los héroes debe pagar: Enkidu cae enfermo y muere.
Ishtar, furiosa...le exige a su padre Anu, que cree el Toro del Cielo para que destruyese la tierra. Pero Gilgamesh y su amigo Enkidu le dieron muerte. Entonces, los dioses deciden que uno de los héroes debe pagar: Enkidu cae enfermo y muere.
Llorando entonces, Gilgamesh emprende un viaje para encontrar a Utnapishstim, el antecesor de la humanidad, para preguntarle por qué todos han de morir. Para ello, viaja hasta la cumbre de las motañas gemelas de Mashu, guardianes del amanecer y del ocaso y les pide entrar a los infiernos a los terribles escopiones que guardaban las puertes, mitad hombres, mitad dragones. Una vez adentro, viajaría por 12 leguas en la más absoluta oscuridad...
"A causa de mi hermano soy temeroso de la muerte. A causa de mi hermano vago por lo desconocido" le dijo Gilgamesh a Utnapishstim cuando finalmente lo halló, a lo que éste respondió que la muerte era como un sueño; a todos les sobreviene y no hay que temerla.
Finalmente, en el camino de regreso y tras haber oido el relato del diluvio, del cual Utnapishstim era el único sobreviviente, Gilgamesh encuentra una planta que tiene el poder de devolver la juventud. Pero durante el trayecto, al detenerse a beber agua en un charco, una serpiente se come la planta y esa es la razón por la cual las serpientes mudan la piel y se hacen jóvenes de nuevo, mientras que los hombres envejecen y mueren.
El mito sumerio del diluvio
El mito del diluvio universal, difundido con posterioridad a través del Antiguo Testamento (Génesis 6-8), es en realidad un antiguo mito sumerio, conocido en su versión más antigua por una tablilla hallada en Nippur. En ella, los dioses castigan a los «cabezas negras» enviando una catástrofe natural, de la que se salva un hombre, Ziusudra, constructor de una embarcación en la que se refugiarán las diferentes especies animales. El tema está también presente en la literatura asiria, en donde el héroe es Atrahasis. El proceso de reelaboración posterior que sufren algunos mitos sumerios hace que la historia del diluvio se incorpore al poema de Gilgamesh, provocando que éste se entreviste con el supreviviente de la catástrofe. Los restos de un desastre natural han sido buscados en la baja Mesopotamia, para probar la historicidad del episodio, aunque sin resultados aparentes. Lo cierto es que el diluvio sirvió de referente temporal entre las comunidades sumerias, cuya más antigua historia dinástica se hace entroncar con él. Así por ejemplo, «...después del diluvio, la realeza bajó del cielo por segunda vez a la ciudad de Kish...». El mito transmite la existencia de la ciudad y de la monarquía como procesos anteriores al período en el que los sumerios sitúan el diluvio.
El diluvio universal
Utnapishtim, el único hombres sobreviviente del gran diluvio enviado por los dioses, vivía en la ciudad de Shurrupak, donde servía al dios Ea.
La ciudad y los dioses envejecieron y la diosa Ishtar causo tantos conflictos entre los hombres, que de tanto ruido los dioses no conseguían conciliar el sueño. Así, Enlili, dios de la tierra, el viento y el aire, dijo:
"Desatemos las aguas sobre el mundo, y que todos perezcan ahogados". Los dioses accedieron, pero Ea adviritió que Utnapishtim de la catástrofe que se avecinaba y en un sueño le dijo que construyera una nave y que metiera en ella una pareja de cada especie. Durante siete noches, la tempestad se desató con furia hasta que todo el mundo se cubrió con las aguas. Finalmente la nave llegó a tierra en la cima del monte Nisir. Para comprobar la extensión de las aguas, Utnapishtim soltó una paloma, luego una golondrina y finalmente un cuervo. Al no regresar éste último, supuso que que había encontrado dónde posarse y que las aguas estaban cediendo. En acción de gracias, encendió un fuego e hizo sacrificios a los dioses. Enlil endendió de ira al oler el humo, pero el sabio Ea intercedió y Enlil hizo a Utnapashtim y a su esposa inmortales. Ellos son pues, los antecesores de toda la humanidad.
Extracto:
...Yo quiero (...) la destrucción de mi raza humana,para Nintu quiero atajar la destrucción de mis criaturas.Haré retornar a las gentes a sus establecimientos.Construirán ciudades en todos los lugaresy haré que su sombra sea apacible.Colocarán de nuevo los ladrillos de nuestros templos en los santos lugares,(y) los lugares de nuestras decisiones los restablecerán en los lugares consagrados.Yo prepararé convenientemente allí el agua santa que apaga el fuego,completaré las divinas reglas y los sublimes decretos,la tierra estará regada y estableceré allí la paz.Después que An, Enlil, Enki y Ninhursaghubieon creado el (pueblo) de los cabezas negras,la vegetación se desarrolló, lujuriante, sobre la tierra,los animales, de todos los tamaños, los cuadrúpedos, fueron colocados como adecuado onamento de las llanuras[---]yo quiero tener en cuenta (sus afanosos esfuerzos).(Después que) el constructor del país hubo fijado los fundamentos,(cuando el cetro) de la realeza hubo descendido del cielo,después que la sublime tiara (y) el trono de la realeza hubieron descendido del cielo,él completó (las divinas reglas y los sublimes destinos).Fundó (las cinco) ciudades en (lugares puros);pronunció sus nombres y las designó como centros de culto.La primera de estas ciudades, Eridú, la dio al jefe Nudimmud,la segunda, Baltibira, la dio al nugig,la tercera, Larak, la dio a Pabilsag,la cuarta, Sippar, la dio al héroe Utu,la quinta, Shuruppak, la dio a Sud.Él proclamó los nombres de aquellas ciudades y las designó como centros de culto;no detuvo el (anual) diluvio, (sino que) excavó la tierra y trajo el agua,y estableció la limpieza de los pequeños canales y las zanjas de irrigación.[---]el diluvio (...)(...)así fue convencido (...).Entonces Nintu lloró (por sus criaturas) como un (...);la divina Inanna entonó un lamento por su pueblo;Enki tomó consejo de sí mismo.An, Enlil, Enki (y) Ninhursag,los dioses del universo prestaron juramento por los nombres de An y Enlil.Entonces el rey Ziusudra, el pashishu de (...)construyó (...).Humildemente, obediente, con reverencia él (...);ocupado cada día, constantemente él (...).Aquello no era un sueño; saliendo y hablando (...),invocando al cielo (y) al mundo subterráneo, él (...).En el ki-ur, los dioses, un muro (...).Ziusudra oyó a su lado,estando de pie en el lado izquierdo del muro (...):«Junto al muro, yo te diré una palabra, (escucha) mi palabra,presta oído a mis instrucciones:Un diluvio va a inundar todas las moradas, todos los centros de culto,para destruir la simiente de la Humanidad (...).(Tal) es la decisión, el decreto de la Asamblea (de los dioses).(Tal) es la palabra de An, Enlil (y Ninhursag).(...) la destrucción de la realeza.Ahora (...)»[---](...)Todas las tempestades y los vientos se desencadenaron;(en un mismo instante) el diluvio invadió los centros de culto.Después que el diluvio hubo barrido la tierra durante siete días y siete noches,y la enorme barca hubo sido bamboleada sobre las vastas aguas por las tempestadesUtu salió, iluminando el cielo y la tierra.Ziusudra abrió entonces una ventana de su enorme barca,y Utu hizo penetrar sus rayos dentro de la gigantesca barca.El rey Ziusudrase prosternó (entonces) ante Utu;el rey le inmoló gran número de bueyes y carneros.«Invocaréis por el cielo y por la tierra (...)»An (y) Enlil invocaron por el cielo y por la tierra (...),e hicieron aparecer los animales que surgieron de la tierra.El rey Ziusudrase prosternó ante An (y) Enlil.An (y) Enlil cuidaron de Ziusudra,le dieron vida como (la de) un dios,hicieron descender para él un eterno soplo como (el de ) un dios.Entonces al rey Ziusudra,que salvó de la destrucción la simiente de la humanidad en aquel tiempo,allende los mares, en el Oriente, en Dilmun, (le) hicieron vivir.
Ishtar, la diosa del amor
Ishtar (o Inanna), era señora del firmamento, poderosa diosa del amor y de la guerra. Su primer esposo fue su hermano Tammuz. Al morir Tammuz, Ishtar descendió a los infiernos para arrancarle a su hermano, la terrible Erskigal, el poder sobre la vida y la muerte.
Después de darle instrucciones a su siviente Papsukal, de ir a rescatarla si no regresaba, Ishtar descendió a la tierra de las tinieblas. Comenzó valiente y desafiante, gritando al portero que abriera la puerta antes de que la echse abajo. Pero cada una de las siete puertas se la iba despojando una de sus prendas, y con ellas se iaba despojando de su poder, hasta qye llegó desnuda e indefensa ante Ereskigal, que la mató y colgó su cuerpo en un clavo.
Con su muerte, todo el mundo comenzó a languidecer. Pero el fiel Papusukal llegó hasta los dioses y les pidió que creasen un ser capaz de entrar en el mundo de los muertos y resucitase a Ishtar con la comida y el agua de la vida. ASí es como Ishtar volvió a la vida, pero tenía que pagar el precio: durante seis meses al año, Tammuz debe vivir en el mundo de los muertos. Mientras está allí, Ishtar ha de lamentar su pérdida; en primavera, vuelve a salir y todos se llenan de gozo.
Tammuz
Tammuz estaba desposado con la diosa Ishtar, que decendió a los infiernos para rescatarlo de la muerte. Es fundamentalmente un dios de la fertilidad asociado al milagro de las cosechas. Durante la primavera y el otoño se celebraba su muerte y resurrección.
Existen ciertos paralelos entre la historia de Tammus y la de Adonis.
Al igual que a Adonis, lo mata un jabalí y durante el tiempo que permanece en el mundo subterráneo toda la vegetación se marchita. El realto sumerio del "viaje de Innana al infierno" es una versión primitiva del mito de Ishtar y Tammuz, pero con los hombres Innanna y Dumusi y recoge una antigua canción por la pérdida del dios: "¿Qúién es ut hermana? Yo soy ella. ¿Quién es tu madre? Yo soy ella. El día manece por igual para tí y para mí. Ambos hemos de ver el mismo día."
2 comments:
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